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Tailandia: Dejando Bangkok y la provincia de Rayong

Saliendo de la hostal en Bangkok

El Domingo 26 de Febrero pasará a la historia como el día del comienzo del viaje en bici por Sudeste Asiático. Cuando los historiadores quieran hacer una biografía de la Cami, tendrán que reconocer ese día como el que marcó un antes y un después en nuestras vidas…
OK, no fue para tanto pero sin duda que fue un momento emocionante dejar la hostal y a los single-serving-friends que hicimos ahí y partir a las calles de Bangkok en dirección al Este. Salimos a las 7 am estratégicamente pensando que si nos intimidaba el tráfico por ahí, un Domingo en la mañana era probablemente lo más ligero que íbamos a encontrar, y nos fue bien. Y nos siguió yendo bien hasta la frontera con Camboya.

Tailandia tiene la mejor infraestructura para pedalear de todos los lugares donde he estado. Las autopistas pueden ser concurridas, pero debido al flujo de motos que tiene el país el al momento de diseñarlas consideraron  bermas del ancho de una pista entera para los vehículos menores. Nunca  tienes que ir colgando de la línea de la pista donde pasan camiones y autos así que puedes  ir con la vista en alto disfrutando del paisaje y todo lo que tiene que ofrecer. Pero volviendo a ese Domingo, como en toda gran ciudad los primeros muchos kilómetros son sectores industriales feos y sucios. No fue hasta el primer cruce de un río cerca del pueblo de  Chachoengsao que nos sentimos  un poco más relajados en el lado campestre.

A eso de las 11 empieza a hacer calor, pero harto calor. Cuando vas en las bicis a veces no se nota tanto por el aire en movimiento o algo, pero apenas te paras al sol te empiezas a asar al spiedo. Sin embargo hay un par de diferencias entre el calor de Australia o Chile , y el calor húmedo de acá. La principal es el efecto en la piel. Sí, nos quemamos, sí duele y sí le pasan cosas raras a la piel. Pero nunca ese quemado rojo como si te hubieran tirado a la sartén propio del sur del mundo donde hay menos capa de ozono. Lo otro es que si en Australia sufrimos con las partiduras de labios y el Blistex fue nuestro copiloto, acá ni lo hemos sacado del bolso. Algo tiene este calor que lo hace más dérmicamente tolerable.

De Bangkok hacia el Sureste hay una costa que si eres un inglés gordo que quieres ir a bares con niñitas haciéndote masajes tiene muy buena reputación. Nosotros en nuestra calidad de Chilenos monógamos antipedofilia decidimos saltarnos todo este pedazo por recomendación de los ciclistas de la hostal y nos fuimos un poco más hacia el interior, por unos pueblos que de turísticos compiten con Tocopilla y Peor es nada, sexta región. Lo “bueno” de eso es que emocionalmente volvimos a nuestros días en Marruecos: No entender nada de la gente que se nos acercaba, media hora de mímicas para poder pedir comida y la emoción esa de no saber lo que te va a llegar…en fin, todo más difícil y auténtico. El pueblo donde pasamos esa tarde y noche se llama Phanat Nikhom, hogar del canasto de mimbre más grande del mundo. Lamentablemente  después de ducharnos y descansar, para cuando salimos esta maravillosa atracción se encontraba cerrada. De cena nos comimos un asado de sopa en macetero con carbón, de fideos y repollo. Suena raro? Véanlo por si mismos.

Ese primer día hicimos 90 kilómetros, una marca que en cualquier otro lado nos hubiera tomado todo el día, acá los completamos antes de las 2 pm. Tailandia es muy muy plano.

Día 2.

De Phanat Nikhom salimos un poquito antes del amanecer para evitar el calor. Teníamos considerado llegar a la costa en el sur, para lo que debíamos meter unos 100 kilómetros. Estando ya lejos de Bangkok y de la costa uno esperaría poder encontrar caminos secundarios pequeños, pero por más que del mapa tomé uno de la menor categoría, igual era una autopista de 2 pistas por lado con una berma enorme. Eso hizo el viaje quizás un poco menos bonito pero sí mucho más rápido.  22 kilómteros por hora promedio. No es para poner orgulloso al equipo Movistar ni Sky, pero para nosotros, que en Tasmania tuvimos días en que hicimos 13 km/hr se sentía como volar.

A las 13:30 ya estábamos en la ciudad costera de Rayong, buscando nuestro hotel mientras nos derretíamos. Lo malo de los hoteles por estos lados, los de menos de 10 dólares la noche al menos, es que en general son un edificio con la planta baja muy chica. Entonces la opción por lo general es dejar las bicis afuera amarradas. Lo cual considerando la baja tasa de robos está bien pero igual siempre queda una sensación en la guata de lo que pueda pasar.

Otro rasgo característico de los hoteles “Budget” es que la cama es más blanda que el suelo por poquito. En varios hemos pensado en armar las colchonetas inflables sobre el colchón. Lo otro bien característico acá  es que los baños tienen la ducha sin separar del resto, o sea al ducharte mojas el lavamanos y el WC y tienes que ser precavido y dejar el papel higiénico afuera antes de abrir la ducha. Yo no soy muy precavido en general, y a La Cami no le gusta eso.

Como Rayong no es una ciudad TAN turística no hay servicios como los taxis o tuk tuk. Lo que hay son unos locos en moto que están dispuestos a llevarte. Nosotros queríamos ir a la playa y terminamos parando a un gordo que ocupaba todo el asiento y nos quería llevar a los dos. Mientras discutíamos si era seguro o no pasó una moto con un matrimonio y sus 3 hijos colgando para los lados y un microondas además, así que decidimos subirnos nomás. En Roma hacer como los Romanos. La verdad es que fue bastante cómodo. Cuando nos asentemos en alguna parte no se extrañen si nos compramos un scooter. Mucho más eficiente en consumo y espacio ocupado que un auto y más barato también.

La playa de Rayong estaba sucia y no era muy linda, la calle no tenía vereda y habían restaurants en la arena misma que botaban basura al ladito. Mirando el lado positivo, los amaneceres y atardeceres de esta zona son preciosos, el sol se tiñe de rojo y desaparece antes de alcanzar el horizonte en tras algo que pareciese ser una nube o neblina pero no es ni uno lo otro. Ya le voy a preguntar a algún amigo astrónomo, climatólogo o algo así por qué se produce tan interesante fenómeno, después les cuento.

Rayong al atardecer Rayong al atardecer

A la vuelta nos fuimos caminando por un camino que tenía un cementerio y cuando íbamos caminando pasó un Tuk Tuk y el viejo nos llevó gratis haciéndonos gestos como si nos fueran a pegar. Parece que andábamos por el lado malo de rayong y él nos salvó.

Nuestro héroe del Tuk Tuk.

DÍA 3

Como las playas paradisíacas que te muestra Google sobre Rayong de verdad no están en la ciudad sino hacia el Este, partimos en esa dirección pensando caer en cualquier hostal a unos 20 kilómetros de donde estábamos, así que nos levantamos y desayunamos sin ninguna prisa y salimos a las 11 am cuando ya hacía harrrrto calor. A los 20 kilómetros había una playa feíta y decidimos seguir. A los 30 había un pueblito con playa pero no nos convenció, a los 40 había un pueblo grande y hediondo a pescado así que pasamos de largo. A los 50 nos cruzamos con otro cicloturista y nos pusimos a conversar bajo el sol de las 2 de la tarde. Seguimos pedaleando junto a Patrice, francés casado con una Chilena y llegamos ahora sí a una playa rica, con restaurant en la arena y un lugar para quedarnos cruzando la calle bien barato.

La historia de Patrice es bastante increíble. Desde muy joven estuvo ligado a la bici y participó en carreras de larga distancia, de esas que cubren 1.000 kms en 3 días. Tras trabajar como periodista a cargo de las infografías para un diario financiero se jubiló un poco anticipadamente. Con el sistema de pensiones francés si quieres obtener el máximo de jubilación tienes que haber cotizado al menos 35 años. Su esposa como se fue desde Chile y no trabajó mientras estudiaba allá no está ni cerca de eso, así que mientras él está retirado ella sigue trabajando en Francia. Como no puede “cortarle las alas a su espíritu viajero, él viaja unos 6 meses al año mientras esperan su jubilación. Que pareja más moderna….

Patrice el señor cicloturista francés.

¿Saben lo que es un dínamo? Es un aparato que usa energía cinética para generar energía eléctrica, como por ejemplo en una central hidroeléctrica donde la energía de movimiento la aporta el flujo de agua. Bueno, hay unos dínamos que se ponen en la masa de la rueda delantera y que dan un alimentador USB para energía. Patrice tenía uno en el que tenía conectado un parlante y se iba escuchando música para combatir la soledad.  Quedé súper tentado de tener uno, pero va en contra de todas mis reglas de control de presupuesto. La consecuencia es lo primero.

Esa noche salimos a buscar algo para comer los tres y a la mañana siguiente nos despedimos pues íbamos a rutas distintas. Patrice cortó al norte y nosotros seguimos hacia el Este camino hacia un parque nacional del cual no sabíamos mucho salvo un artículo en una página en internet. A veces las mejores historias comienzan así.

Playas de Rayong

 

Si te gustó este post te invitamos a ver las fotos de nuestro paso por Tailandia en este link.

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