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Escala en Melbourne

Llegamos a Melbourne a las 6 am desde Tasmania en el ferry, que llega convenientemente frente al centro de la ciudad. Llega además a un sector de playas que tiene ciclovía por toda su longitud, y que incluso a las 6 am está llena de ciclistas de ruta tomándose una pista de la calle entrenando antes de irse al trabajo. Con mi mente ocupada en todas esas veces que me fui a subir el San Cristóbal en la mañana antes del trabajo y de vuelta me tiraron el auto y me tocaron la bocina a un metro por ir en la bici por Andrés Bello hacia mi casa, casi me como un grifo lo que habría sido mi primera caída hasta ahora del viaje.

El rasgo más característico de Melboourne es que tiene una red enorme de tranvías, o trams en jerga local, que andan más o menos lento y cuyas vías parten las calles en dos, así que por lo general pegado a la vereda se puede pedalear sin riesgos porque los autos no acostumbran a ocupar esos espacios. Además, tiene muchos parques grandes, cruzados por caminos para peatones y ciclistas, además de una red de calles con ciclovías. En resumen, el paraíso para moverse en bici. Y la gente así lo entiende. Además, como la ciudad es plana no se necesitan 30 cambios, y me entretuve viendo las combinaciones de bicis de ruta o híbridas con opciones para equipaje como parrillas flotantes o canastos masculinos, un deleite para la vista del biciñoño.

No sé si será por la temporada alta pero nuestras redes sociales regalonas nos fallaron en Melbourne. Warmshowers y Couchsurfing no nos proporcionaron alojamiento, considerando que llegamos como 4 días después del término del Australian Open de Tenis, quizás la ciudad estaba con caña (resaca) de turistas. Sin nada que perder pregunté en Facebook si tenía a alguien que tuviese un conocido que nos pudiese ayudar con alojamiento, y se hizo la luz.

Al final a través del Guille, mi amigo chileno con amigos Australianos que tienen un amigo del colegio con un colchón en el living, terminamos en la casa de Oliver, Emma y Malachy. Dos amigos del colegio, uno con su novia, que no acostumbran a ser anfitriones, no participan de Couchsurfing y no sé si tenían claro en lo que se metían cuando nos aceptaron.

Estaba completamente en mi salsa.

En mi salsa porque teníamos la responsabilidad de ser embajadores de la economía de compartir o sharing economy. El cambio más importante en mi manera de entender la sociedad fue cuando empezamos a recibir gente en nuestro departamento mediante CS, en Enero del 2013. La primera vez fue una pareja de Brasil. Luego desfilaron por ahí Alemanes, Holandeses, Japoneses, polacos, Inglesas, una gringa de Vermont y Españoles (Antes de criticar un sesgo étnico quiero explicarles que comenzamos en eso porque mi intención era que la Cami practicara el inglés que estaba estudiando).  ¿Qué recibimos a cambio de todas estas veces en que les pasamos las llaves de nuestro hogar a extraños? Momentos la raja.

Diversión y conocimiento mediante experiencia. Cuando recibimos a nuestra primera pareja de cicloturistas en viaje desde Ushuaia a Costa Rica algo simplemente me hizo click. Darme cuenta de que eran una niña y un pailón que de bici no sabían nada me hizo bajar del altar a los cicloturistas de largas distancias y entender una máxima que sigo hasta hoy en todo ámbito de cosas: Hasta el personaje más impresionante es simplemente un huevón que a veces la pega le rinde y a veces se queda viendo videos de gatos, y tiene diarrea, y se agarra con sus viejos, y le da paja lavar la loza o los calzoncillos. Lo importante es descubrir que es lo que hacen DISTINTO al resto que les permite destacarse. Como referencia háganse un favor y léanse el libro Tools of Titans de Tim Ferriss).

Abrir nuestras puertas nos permitió botar un montón de preconceptos que teníamos de una realidad que no era ni tan dura ni tan real, sino que completamente editable. Me hizo convencerme de que viajar por largos períodos no es perderse de nada si donde estás no estás creciendo. Me hizo ver que tenemos palabras cargadas socialmente con significados erróneos. Por ejemplo, renunciar no es un verbo peyorativo, como sí evoca un nuevo comienzo. Todo lo que había leído, y de donde se había nutrido mi ideario de las acciones que quería que me definieran, tuvo una confirmación palpable, como un cachetazo de realidad en el living de mi casa. Por favor si se van a leer dos libros en un año que sean, Vagabonding de Rolf Potts , y Ego is the enemy de Ryan Holiday.

Si no les interesa el intercambio gratuito entonces participen de las plataformas formales y monetarizadas de intercambio como son Uber, Airbnb o Airtasker, y díganme si no es rico ganar plata sin jefes en sus tiempos libres, o aprovechando de arrendar sus casas cuando no las están usando. Más rico es no necesitar un auto porque siempre tengo uno disponible a fracción del costo por su posesión, o pagar por una noche en un destino turístico menos de lo que pagas diariamente por tu mismo departamento.

 

Lo importante no es poseer, es tener acceso.

Volviendo a Melbourne, llegamos donde esta gente que no cachaba muy bien quienes éramos, y nos sentamos de inmediato a conversar y nos llevamos súper bien de entrada. Ellos se fueron a trabajar y nos quedamos en la casa  durmiendo siesta y duchándonos, para luego darle paso a infernales horas de trámites en el computador abarcando desde los impuestos de nuestra estadía en Australia hasta el seguro de viajes para los papás de la Cami que nos iban a encontrar en Tailandia en unos días y cuya última experiencia saliendo de Chile creo que fue antes del internet, por lo que tuvimos que asegurarnos que el viaje fuera lo más suave y apacible posible para ellos, desde nuestro lado.

Cuando finalmente salíamos a conocer Melbourne tuvimos que parar en el servicio de impuestos de la ciudad, y luego quedamos paseando por las orillas del río Yarra, que es como la zona más turística. Comparativamente con Sydney creo que lo que más me llamó la atención es que la población tiene menos de inmigrantes; se ven menos latinos, menos musulmanes y sobre todo menos asiáticos.  Ojo que digo menos que Sydney, pero igual no te extrañes si por la calle pasa un rato en que no escuchas el inglés.

De verdad no estoy en capacidad de recomendarles que hacer en Melbourne, tienen google y tripadvisor para eso. Lo que hicimos nosotros fue irnos a la playa a juntarnos con la Pau, una compañera mía de Universidad que también se pegó un “All-out” (Voy a patentar este término para referirse al mandar todo a la cresta e irse a viajar) del esquema de vida que llevábamos y se fue a viajar por Asia, África y Europa por ya casi dos años antes de ir a parar a Melbourne también con la Working Holiday. Luego nos fuimos los tres al restaurant comunitario Lentils as Anything para juntarnos con oootro (ex) ingeniero, el Danilo (alias el diente turista), que hizo lo propio hace unos 6 meses y se fue con la guitarra en mano a recorrer Francia mayoritariamente por su deseo  de aprender francés y que ahora está trabajando en Melbourne, y tocando en las calles para complementar ingresos. Compartimos una cena súper rica, porque siempre es más fácil compartir no tus experiencias, sino que tu proceso de decisión que te llevó hasta donde estás, con gente que se vio enfrentada a la misma formación. Que viene de donde mismo, y que puede empatizar  mejor que quizás alguien que no ve los problemas de una situación en el papel ventajosa como es la del ingeniero civil de universidad prestigiosa.

Cito a la Pau: un restaurant es una organización sin fines de lucro, cuya misión y valores incluyen promover la #honestidad, #integridad y el #respeto hacia todas las personas sin discriminar. Su modelo funciona en base a trabajo voluntario y la cuenta se paga según lo que sientas justo #payasyoufeel. Ojalá en el futuro existan más lugares como este.

Me llevo la satisfacción de saber que ellos están felices, como lo estoy yo, con nuestras vidas de vagabonds.

Al día siguiente finiquitamos los trámites pendientes y lo dediqué a aprender a usar el editor de los videos que ven en esta página, y luego salimos al mercado principal de Melbourne, llamado el Queen Victoria Market, para hacer una cena de agradecimiento a nuestros anfitriones.

Ni siquiera me voy a detener en el pastel de choclo vegano, con pino de champiñones y pimentones porque en poco tiempo me haré famoso compartiendo la receta, solo basta decir que a todos les encantó. Lo rico fue poder conversar con estos personajes que por trasfondo eran bastante similares a mí con mis amigos de colegio a los 28. Las únicas diferencias obvias es que ellos no tienen ninguna presión por casarse a esa edad, por lo que no están ni ahí, y que se puede conversar con ellos de cualquier tema sin reacciones guturales. Teníamos a un doctor, una doctora Alemana, un asesor de marketing y una estudiante de biología y repasamos desde el aborto hasta las tecnologías antienvejecimiento que por algún motivo son la obsesión de Oliver.

Melbourne Mob

La mañana siguiente, la última de nuestro año en Australia, la comencé saliendo a hacer ejercicio y elongar en el parque cerca de la casa. Luego Malachy, el doctor, nos invitó a tomar desayuno en uno de esos cafés exquisitos que hay en Australia, y que francamente nosotros solo nos habíamos dado el lujo de visitar unas dos veces en forma de agradecimiento por lo que alcanzamos a compartir. Luego cerramos las cajas de las bicicletas y los bolsos y nos pasó a buscar un chico que habíamos contratado por Airtasker para que nos llevar al aeropuerto, ya que era más barato que pedir un auto grande por Uber. Recién duchaditos partimos súper felices y con buena holgura de tiempo como siempre por si pasara algo, como que se nos pinchara una rueda….como que se nos pasara una rueda a 5 kilómetros del aeropuerto en la autopista, y el compadre no supiera como cambiarla… con 35 grados de calor.

La camiseta fresquita que me había puesto para viajar cómodo llegó al counter negra y pasada a ala. No era tan grave, sólo son 9 horas de vuelo de Melbourne a Bangkok.

Asegurar cabina , cross-check y reportara. Nos fuimos a Tailandia.

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