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Camboya en Bicicleta: Koh Kong a Kampot

¿Cuánto sabes de verdad sobre Camboya? De su historia, su geografía… lo más probable es que no puedas decirme 3 ciudades Camboyanas. Al menos así era para nosotros hasta cuando estábamos a 50 kilómetros de la frontera de entrada desde Tailandia, y era hora de empezar a definir la ruta y averiguar los detalles que nos podían alegrar o arruinar la estadía allá.

Para empezar, Camboya no es ningún paraíso tropical. Es un país duro,  muy duro. La historia de Camboya está marcada por la fatalidad como probablemente ningún otro país de esta zona, incluído Vietnam, con su gran guerra, o Myanmar con sus constantes guerras civiles. En Camboya en la segunda mitad de los años 70 hubo un gobierno comunista dirigido por Pol Pot, que a través de la represión y la hambruna mató a un cuarto de la población, 2 millones de personas sobre un total de un poco más de ocho.

Uno pensaría que con ese historial las naciones del mundo se alinearon para eliminarlo pero no, por intereses mezquinos en Vietnam y por conservar las relaciones con China, Pol Pot, el dictador sanguinario murió de una enfermedad en 1998, hace menos de 20 años. Durante todo este tiempo, con el apoyo de USA y Tailandia se mantuvo otros 19 años como un líder guerrillero, mientras el país era controlado por Vietnam tras haberlo invadido el ´79. Quería contar esto sólo como introducción para graficar que Camboya es un país por donde el progreso no pasó por a lo menos 50 años del siglo pasado. Camboya es pobre, como nunca antes vimos probablemente. La población Khmer, como se le conoce a los Camboyanos, es tímida y sumisa, aunque ese es un rasgo que ya poseía antes de los dramas de este siglo, de hecho eso fue un facilitador del surgimiento de una figura autoritaria como Pol Pot. En el circuito turístico que tiene Camboya que incluye una isla paradisíaca (Koh Rong), una ciudad costera (Sihanoukville), las ruinas de Angkor Wat (Siem Reap) y la capital (Phnom Penh) es súper poco probable que te toque darte cuenta de estas cosas. Sí, se ve prostitución, por lo general de menores, sí hay casas pobres y gente amputada o con problemas de malformaciones. Pero fue en la ruta donde nos armamos nuestra impresión más auténtica de Camboya.

El cruce de la frontera lo hicimos a las 5:30 de la tarde, en una zona donde el sol se pone a eso de las 6:15 PM. Sabíamos que el costo de la visa, que se compra ahí mismo es de 30 dólares, pero que a casi nadie le cobran eso. A nosotros el guardia nos pidió 40 dólares, le dijimos que no y el otro guardia nos dijo que cómo nosotros trajimos nuestras propias fotos nos iba a salir 37 dólares. Con sólo unos pocos minutos de luz para recorrer los 15 kilómetros que nos separaban de la ciudad de Koh Kong donde pensábamos pasar la noche, nos decidimos a no alargar la negociada que podía conducir a ninguna parte y pagamos y seguimos. Algo bien interesante de Camboya es que ahí conviven dos monedas. La moneda local se llama el Ril, y cada dólar Americano vale 4.000 riles. Lo divertido es que igual se usa el dólar y se intercambian unos por los otros sin problemas, además el tipo de cambio es fijo, jamás se aleja de los 4.000. Además, en Camboya no hay monedas, pero tienen un billete de 100 riles, o 2.50 centavos de dólar, un desastre para el grosor de la billetera.

Tras entrar en el país desde Tailandia lo primero que hay que hacer es reacostumbrarse a pedalear por la derecha (En Tailandia es por la izquierda) y, con el dolor de nuestras almas, olvidarse de las bermas anchas de Tailandia y cambiarlas por un pequeño parche de pavimento y tierra roja en Camboya, la calidad del camino decrece de un segundo al otro. El idioma Khmer tiene un abecedario propio, por lo que no se puede confiar en los carteles, aunque hay un par con señales en inglés. Los quince kilómetros hasta la ciudad fueron muy lindos, como siempre es pedalear al atardecer, pero además hay que cruzar un puente largo desde el cual se ve a lo lejos el mar y la ciudad en el otro extremo.

Tras encontrar un hotel donde pasar la noche (8 USD pieza matrimonial con baño y A/C) salimos a comer y a comprar una tarjeta SIM para el teléfono. La comida en Camboya NO es picante, tremenda ventaja sobre Tailandia porque tener que andar recordándole a todo el mundo que quieres hasta el pan no picante no es ninguna gracia. ¿Saben cuál es el pasatiempo favorito de los locales en Koh Kong y casi todo Camboya? El Karaoke. Y no nos referimos a bares karaoke producidos, si no que cantar en tu casa con una máquina de karaoke y un micrófono. En cada cuadra sonaban tres viejos asesinando canciones de amor hacia la calle.

Estando en Koh Kong averiguamos un poco del camino costero que teníamos hacia adelante y todos coincidían en lo mismo: Es un desastre normalmente, y ahora además está en reparaciones. Averiguamos que nos perderíamos en caso de saltarnos un tramo y tras asegurarnos que, salvo un par de cascadas, ni siquiera lonely planet tenía destinos interesantes, decidimos tomar un bus con las bicicletas hacia SIhanoukville.

Muy en el estilo Camboyano, la gente de la agencia primero me recibió súper bien, después me dijo un precio irrisorio, y se lo pude rebajar creo que un 30%. De verdad en Camboya es todo tan informal que casi todo se puede regatear. Habiendo dicho eso, en su mayoría la gente es tan pobre que por comer y dormir en pequeños negocios familiares de verdad ni vale la pena, es todo barato para comenzar. Luego de comprar pasajes para la tarde dejamos un montón de ropa lavando por 1.50 USD y nos fuimos a comer, reservar un alojamiento para Sihanoukville y preparar los bolsos para un viaje de unas 4 horas.

El paisaje desde el bus por supuesto que no cambia tan abruptamente en relación a lo que venía siendo Tailandia. Pero sí cambia mucho el paisaje humano. Efectivamente el camino parecía campo minado y con bermas de tierra. Cada camión que pasaba levantaba una nube de polvo cuyo sabor agradecimos no probar. Paramos en al menos 6 lugares donde habían camiones y maquinarias arreglando el camino, mojándolo y aplanándolo solamente. Las pequeñas villas en la ruta fueron nuestra primera aproximación a la “arquitectura” Khmer:  casas sobre pilotes tipo palafito para protegerse de las inundaciones, con un cerro de basura a su alrededor. Si era de una familia más pobre entonces eran casas de paja sobre pilares de bambú…con la misma cantidad de basura.

En nuestra llegada a Sihanoukville entramos al centro de la ciudad donde se encontraba el terminal de la compañía de buses, pero el bus no entró sino que nos dejaron sacar las cosas y bajarnos sobre la vereda. Fue tanto nuestro apuro por bajar las bicis nosotros y no dejar que los auxiliares las tiraran por ahí, ¡que se nos quedó un bolso arriba! Además era justo mi bolso con el computador, los cables, el panle solar, etc…. Harta plata que reponer. Afortunadamente entre señas y un poco de inglés una chica de la oficina nos dijo que el bus venía de vuelta y sólo tuvimos que esperar unos quince minutos mientras yo me mordía las uñas hasta los nudillos y la Cami “conversaba” con una señora, hasta que apareció el bus con bolso incluído.

Nuestro primer pedaleo por una ciudad Camboyana fue más encima de noche y sí, hay una diferencia notable con Tailandia. Hay más bicicletas y más motos y menos respeto por las reglas del tránsito. Lamentablemente, el alojamiento que conseguimos por internet fue una mala decisión.

No por el lugar mismo, sino por el barrio. Nos sentimos extrañados de ver que en la piscina y en el bar habían casi exclusivamente hombres, pero no hicimos ninguna conclusión de eso.

Hasta que salimos a comer.

Nos encontrábamos en una especie de barrio rojo. Los bares y restaurants eran muy normales, menúes normales, ambientes normales. Pero un grupillo de niñas “vestidas ligeramente” afuera de cada uno.  Después llegaron los turistas. Viejos ingleses y Franceses con pinta de ex hooligans que iban a tomar cerveza y comer carne con una niñita haciéndole masajes o sentada en su regazo, muchos con una mano en el culo…
Es todavía una sensación difícil de describir pero la verdad es que nos cagó el ánimo por un buen rato. A la mañana siguiente fuimos a la playa, estaba tan sucia que no nos quisimos ni meter. Pasamos el día descansando en la piscina del hotel y sin hacer mucho más. Cuando bajó el calor nos fuimos a conocer la ciudad. Un podo de caos con pinta de mercado y pesacaderías callejeras. No recomendable. Además, el cajero automático me cobró una fortuna por sacar plata, simplemente fue un mal día para mi ánimo.
Conocimos a unas Chilenas que esperaban tomar un bus mientras comíamos un helado. Ellas fueron las últimas Chilenas en al menos el mes que ha transcurrido hasta que escribo esto en Vietnam.

A la mañana siguiente comenzamos el viaje en bici por Camboya al fin. Desde Sihanoukville enfilamos hacia la ciudad de Kampot. El viaje es principalmente cerca de la costa, pero sin ver el mar. Hay hartos comentarios dando vueltas por ahí en internet de que el viaje, de unos 100 kilómteros es lindo y placentero.

Internet miente. Pero miente descaradamente.

Primero nos tocó salir de la ciudad por unas calles que suben los cerros. En una de ellas la Cami se resbaló con la arena que había en la calle y se cayó. Se hizo un moretón en la pierna y mano que le arruinó el pedaleo por el resto del día. Una vez afuera de la ciudad el camino comenzó bien, con una berma decente. Pero tras sólo 12 kilómetros, pasado el aeropuerto, todo se derrumbó.

Camino bueno Camboyano

EL camino no tiene berma. Simplemente no tiene, cae derecho a la tierra. El tránsito de camiones es altísimo. Lo peor, la gente adelanta por la pista contraria sin una mierda de consideración por el flujo que viene de frente, si se trata de motos o sobretodo de bicicletas. Fueron varias las ocasiones en que íbamos hacia el frente y de la nada nos pasaba una camioneta por nuestra pista, tocando la bocina. Es que en Camboya hay mucha gente que está por sobre la ley. El gobierno tiene un acuerdo de algún tipo con Lexus/Toyota, y pareciese como si todo funcionario público de cierto nivel tuviera una camioneta grande de esas marcas. ¿Cuál es la consecuencia de eso? Estos señores feudales de papi gobierno comunista son los dueños de las pistas. A veces nos pasaron camionetas a más de 100 kilómetros por hora en esta autopista de una pista y sin berma en la que transitan niños en bicicleta camino al colegio. Tocan la bocina y con eso esperan que todo el mundo se salga de la pista para abrirles el paso, aunque vengan contra el tránsito. Y eso es en todo Camboya.

Ese tipo de violencia y corrupción o nepotismo tan arraigado, es un rasgo fundamental de nuestro recuerdo de Camboya, muy a nuestro pesar.

Si hay algo que compensa todo lo malo que pudimos vivir, son los niños. En Camboya se dice que el 50% de la población es menor de 22 años. Y con tantos años de guerra que sólo se vino a dar por concluída realmente hace muy poco, una alta parte de eso deben ser menores de 10. No les voy a mentir y decirles que saben inglés, pero conocen la palabra “Hello” y están dispuestos a usarla. De todas las casas y escuelas salía un niño gritando hello a nuestro encuentro y nosotros felices les respondíamos por lejos que estuvieran o deprimidos que nos fuéramos sintiendo.

De vuelta a ese día, tras dos horas llegamos a un punto donde la carretera se separa en dos. Un brazo hacia la capital y otro hacia la playa, desde ahí los camiones no volvieron a ser un problema,  y tuvimos una horita de paz bajo el calor intenso del mediodía y un fuerte viento en contra. Nuestro plan era avanzar hasta un camping que quedaba a los 70 kilómetros, dejándonos sólo treinta para el día siguiente y así  poder pasar la tarde entera en Kampot.

Pero no existía tal camping. A las 3 de la tarde pasamos por ahí muriendo de calor y no encontramos nada más que un pequeño almacén, en una zona fea y seca.  Nos sentamos y comimos unas galletas y nos tiramos a cubrir la distancia total.

¡AL FIN el camino se pegó a la costa y pudimos ver el mar! Pero al mismo tiempo se acabó el pavimento y nos metimos a una zona que estaban arreglando camiones que levantaban un tornado de tierra roja. Increíblemente estuvimos metidos tragando tierra por al menos 10 kilómetros. Entremedio pasamos por una aldea de pescadores que el famoso internet decía que era de lo más lindo del camino, y a nosotros no nos dio ni para parar. Estábamos en eso y de repente nos cruzamos con otra pareja viajando en bici en la dirección contraria, Toon y Jana de Bélgica. Estuvimos hablando un montón de rato mientras se nos derretía el bloqueador solar sobre los lugares que habíamos visto, ya que nosotros íbamos de donde ellos venían y viceversa. En una de esas ella nos dice:

  • ” No se preocupen, como en 500 metros empieza el pavimento”

Nosotros nos miramos y luego mirando el piso les digo:

  • “Sorry chicos pero a ustedes les quedan unos nueve kilómetros”.

Curiosamente no se hicieron ni mala sangre. Deben tener sus expectativas muy controladas después de llegar hasta Camboya pedaleando desde el Tíbet. Hay gente muy especial por ahí andando en bici.

Finalmente llegamos a las cercanías de Kampot, pero no entramos. Encontramos un hotel con piscina unos 3 kilómetros antes y ni la pensamos. Arrendamos un bungalow súper bonito en el hotel por 9 dólares la noche y nos fuimos a la piscina donde conocimos a una familia Australiana de dos niños que viajan en dos bicicletas Tándem, y pasamos la tarde y noche comiendo y conversando. Al fin un poquito de paz.

Los dickson La familia Dickson

Revisa el resto de las fotos de nuestro viaje por Camboya aquí.!